Tener hijos: obligación o elección

¿Es una decisión individual, de pareja, familiar o social?

Existen distintos criterios para abordar el tema de la ma/paternidad, de si tener hijos o no.
Desde una perspectiva sociodemográfica, nuestro mundo está en crisis. El envejecimiento de la población en países desarrollados es un hecho que hace bastante tiempo se comenta y preocupa, principalmente, por los efectos sociales, políticos y económicos que ello conlleva. Este envejecimiento de la población implica un aumento de gastos sanitarios, asistenciales y de pensiones.

Por otro lado, desde un punto de vista sociológico, la decisión de tener hijos o no responde a diversos cambios en la escala de valores de la sociedad, observándose en los últimos tiempos: una disminución de la influencia religiosa, en la que la sexualidad tiene como principal objetivo la procreación; una despenalización del aborto en muchos; la masificación del uso de anticonceptivos; la incorporación de la mujer al mundo laboral; y un alargamiento del periodo educativo con estudios de postgrado, entre otros.

Desde la psicología, con un enfoque sistémico abordamos este tema reflexionando en relación a las reglas tácitas o implícitas que guían el comportamiento humano y las dinámicas relacionales que se establecen con personas significativas, tratando de analizar las situaciones sin juzgar. De esta manera nos preguntamos cuánto influyen el entorno social, las familias de origen y las variables personales al momento de tener hijo(s).

“Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro”
(José Martí)

Esta es una frase conocida en muchas partes del mundo con la que Martí plantea las tres cosas que una persona debería hacer a lo largo de su vida para alcanzar la plenitud y la verdadera autorrealización. Pero, ¿todas las personas realmente deseamos ser padres? ¿O es una imposición de generaciones anteriores y de la sociedad en sí misma? Aún recuerdo a mi padre preguntándome cuándo me iba a dedicar a lo mío… al pedirle que me explicara a qué se refería, contestó: “a casarte, tener hijos, dedicarte a ellos, darnos herederos”

En ese momento sentí y entendí que no había cumplido en absoluto con sus expectativas, que las dos carreras universitarias que había cursado hasta ese momento con excelentes calificaciones no eran suficientes, entonces decidí emprender los estudios de Doctorado en el extranjero… Debo confesar que antes de titularme como Doctora en Psicología, me titulé como madre. Y esta última es una carrera en la que uno primero se titula y después se empieza a aprender…

Si bien en muchos países del mundo la decisión de no tener descendencia se ha convertido en una tendencia en aumento, sigue habiendo mucha presión para crear nuevas vidas, y esa presión llega desde la familia de origen, la familia extensa, los medios de comunicación, las películas, los amigos etc.

A su vez, en los tiempos que vivimos la sensación de que cada vez somos más individualistas está muy presente. En el individualismo imperante, vemos que cada uno vela por sus propios intereses sin mediar mayor consideración por las expectativas y necesidades del otro, que, a su vez, en muchas ocasiones, no son comunicadas. En estas circunstancias, la llegada de un hijo puede ser nefasta, dado el nivel de renuncia que ello implica, el cambio de prioridades y la reorganización vital importante.

Es muy importante que seamos conscientes de lo que significa traer una nueva vida al mundo. Que identifiquemos cuál es la motivación para tener hijos, que en ningún caso venga desde la imposición, sino desde el deseo, considerando que el ser humano es tal vez la única especie animal que depende de sus progenitores durante tanto tiempo después de nacer, nacemos sin capacidad de desplazamiento, ni de autoalimentarnos, necesitamos a otro que satisfaga las necesidades básicas para garantizar la sobrevivencia.

Es indispensable tratar este tema en la pareja antes de seguir avanzando, y actuar desde la reflexión y el consenso, ya que tan insano es obligar a quien no quiere tener hijos a tenerlos, como privar de ellos a quien sueña con su “trocito de ADN”. De ahí que el gran problema se presenta cuando las parejas siguen avanzando y afianzando su relación y no ponen este tema sobre la mesa.

Ojalá que, en estos tiempos, en que el tener hijos ya no es sencillamente lo que toca después de casarse o convivir con otro, logremos que las nuevas generaciones puedan vivir sin los miedos, amenazas y humillaciones con las que generaciones anteriores fueron criadas. Que aprendamos a criar niños alegres, saludables y cariñosos y que, en definitiva, se traigan nuevas vidas a este mundo cuando realmente se desee y se esté dispuesto/a a esforzarse e implicarse en y con el desafío que implica esa nueva vida.