Tuvimos la necesidad de girar la llave y entrar a conocer en profundidad la vida de nuestra protagonista
Tiene el súper poder de darle la vuelta a las cosas, de reír desde el dolor. Su arte desmedido atraviesa puertas y muros. En Psicología para Tod@s tenemos el honor de contar con su calidez, sensibilidad y humildad. Al compás de “no me quieras tanto y quiéreme bien”, Rozalén nos abre las puertas de su música y alma.
Reconocida a finales de 2019 por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid por tu “apoyo a la lucha contra la Violencia de Género” y por tu “apuesta decidida por la integración de las personas con discapacidad” … ¿Qué ha significado para ti esta Mención Honorífica?
Pues fue una enorme sorpresa. El hecho de que venga de los compañeros de la carrera, del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, es un halago demasiado importante. Yo terminé la carrera e hice un máster en musicoterapia, pero jamás he ejercido como psicóloga. Fue la carrera que estudié y se me quedó, no grande, sino que mi camino se fue por otro lado. Por ello, me enorgullece que me hayan hecho esa mención honorífica y, además, por esas dos causas.
Os damos las gracias desde aquí por ser tan solidarias con el mundo a través de tu canto y la maravillosa interpretación de Beatriz Moreno. ¿Cómo surgió vuestra conexión?
Beatriz y yo nos conocimos en Bolivia, en un viaje de sensibilización sobre el terreno de jóvenes cooperantes de Castilla La Mancha. En ese momento, yo estaba estudiando psicología y Beatriz trabajaba en un instituto con alumnos sordos en Albacete. Cuando nos encontramos, fue como un flechazo artístico; a ella le gustaban mis canciones y a mí me encantó su lengua y su manera de transmitir con el cuerpo; me cautivó su enorme capacidad de expresión. Era algo que sentí que tenía que pasar. Y me di cuenta de que, teniéndola a mi lado, todo se multiplicaba y enriquecía cada una de mis composiciones. Beatriz, en definitiva, sumaba.
Zarpasteis al mundo de la música con un papel y muchas ganas de trasmitirle al mundo vuestras emociones… ¿Ayuda la lengua de signos a profundizar en otros aspectos de la vida a través de vuestras canciones?
Yo en primer lugar compongo las canciones, y luego Beatriz trabaja durante meses para adaptarlas. Supongo que la gente cuando viene a vernos y escucharnos, se le activará otra parte del cerebro, no solo los oídos; sino la vista, y mirará mas allá de las raíces. Gracias a la interpretación de Beatriz aprendes a ver más significados y a no solo centrarte en las palabras. Hay mucha gente que nos dice que a través de la lengua de signos entiende y siente más la letra; se dan cuenta de otros detalles. Te permite profundizar en aspectos más complejos y universales.
A veces la vida nos tiene preparados otros caminos y, aunque decidiste apostar por la música, ¿Qué te llevó a estudiar antes Psicología?
Cuando terminé el bachiller en Albacete no tenía ni idea de qué carrera estudiar porque había muchas que me gustaban. Me gustaba magisterio, periodismo y muchas otras carreras relacionadas con las letras. Pero luego, vi en la psicología todas las cosas que me gustaban en una, me decidí y me fui a Murcia.
En mi mente siempre han estado varias vocaciones presentes, donde la causa social era un pilar fundamental; por eso me decanté finalmente por la psicología. A raíz de ese momento, una vez finalicé la carrera, me planteé en muchas ocasiones la cooperación internacional, recursos humanos, psicología social… Lo vi clarísimo.
Lamentablemente, hoy en día seguimos luchando contra las agresiones machistas. ¿Crees que canciones como La Puerta Violeta ayudan a deconstruir los discursos de quienes niegan la desigualdad y la violencia de género?
Por lo visto sí. Al principio, cuando hago canciones tampoco pienso lo que van a provocar. La puerta violeta la hice porque a mí me servía, porque me liberó, me gusta cantarla porque me hace sentir mejor y me recuerda lo que no tengo que tener en mi vida. Pero a veces, lo que te sirve a ti, sirve a los demás cuando se comparte, sobre todo las fragilidades. Por la cantidad de mensajes que me llegan de mujeres y hombres, por lo que veo que trabajan con esa canción en diversos colegios y asociaciones, me doy cuenta de que sí puedo hacer pensar un poco a la gente. Siento que a través del arte y la cultura es más fácil crear empatía. Luego está la otra vertiente que lo percibe como un ataque, aunque creo que es una minoría.
¿Estáis pensando abordar algún otro tema relacionado con la memoria histórica?
La memoria demócrata y memoria histórica siempre está en mí porque todo el rato tengo en cuenta mi historia, la de mi familia y ancestros. Por lo que hay un montón de aspectos o temas que se pueden hablar y que están relacionados con la memoria histórica. Ahora estoy escribiendo canciones que, de alguna u otra manera, siempre hacen algún guiño, pero concretamente por ahora no.
“Nos queremos libres, felices, vivas” es uno de los lemas que has abanderado, ¿Cómo influyen la psicología y el feminismo en tu trabajo artístico?
Toda la teoría que tengo sobre psicología de género fue gracias a mis años de estudio. Fueron las herramientas necesarias para poder identificar con claridad el perfil del maltratador, las etapas, las diferentes fases… Todo lo que estudié en su momento, me ha ayudado a entender todo lo que me pasó, me pasa y me pasará.
El feminismo, sobre todo, lo he estudiado estos últimos años; he leído mucho sobre la historia del feminismo; algo que debería de conocer todo el mundo, de dónde viene la lucha de las mujeres, para poder entenderlo y saber que es algo bueno; aunque haya gente que lo vea como algo malo o agresivo o radical.
Todo eso que he leído, que he vivido, que he observado me ayuda a la hora de hacer canciones porque encima yo soy mujer y escribo desde lo que vivo y lo que siento.