Rosa Jové nos abre las puertas del sueño infantil

Si mi hijo llora mucho por las noches, ¿tengo que dejarle llorar hasta que se canse?; me despierto continuamente con sus llantos; mi hijo tiene pesadillas por las noches. ¿qué debo hacer?

Si hablamos de crianza e instituciones a nivel profesional, no puede faltar su nombre en nuestro diccionario. Rosa Jové, licenciada en Psicología, especializada en psicología clínica infantil y juvenil y en psicopediatría; licenciada en Historia y Geografía con especialización en antropología de la crianza, nos abre las puertas de su casa en Lérida para desvelarnos algunos aspectos del sueño infantil.
“Para mí, lo más importante es que a través de mis libros, pueda empoderar a cada uno de los padres y de esta manera, ayudarles a encontrar su propio camino. No tienen que seguir mis instrucciones a rajatabla, eso sería un error.”

En sus libros habla de las diferentes etapas del sueño del niño, ¿en qué se diferencian cada una de estas etapas?
Todas las etapas están basadas en los cambios importantes que se reflejan en los niños. Las edades son orientativas y pueden depender y variar en función de nuestro hijo/a, pero por lo general, estos cambios se suelen observar en las edades comprendidas:
Etapa de 0 a 6 meses: para los padres, el horario es caótico. Los niños duermen tanto de día como de noche. Pueden llegar a hacer numerosas siestas a lo largo del día y por la noche solo les quede sueño para dos o tres horas.
A partir de los 7 meses el sueño se va organizando, de manera en que, duermen muchas más horas durante la noche y menos durante el día.
Superado el primer año de vida, pierden la siesta de la mañana y al alcanzar los 3-4 años abandonan también la siesta de la tarde. Por lo tanto, los despertares van quedando cada vez menos.

¿Son normales los despertares en la primera infancia?
La gran mayoría de los estudios reflejan que, hasta el año y medio, el 81% de los niños menores de 18 meses presentan interrupciones habituales del sueño. Por lo que los despertares nocturnos en niños son completamente normales y fisiológicos.
Es cierto que no todos los casos son iguales. Puede darse la situación en la que al niño sí le pase algo, y dichos despertares sean consecuencia de una posible enfermedad o problemas como la apnea – dificultad respiratoria- que hay que solucionar a través de un médico. La apnea presenta ciertas características como la respiración fuerte, la respiración bucal, sequedad en la garganta… En estos casos, dejarles llorar no sería la solución, solo conseguimos que nuestros niños se den cuenta de que nadie les va a hacer caso, pero el problema como tal no se soluciona.

Entonces, en ocasiones, ¿dejar llorar al niño es una buena solución? ¿Existen otras técnicas?
Hay técnicas conductistas buenas, es decir, la gente se piensa que el dejar llorar a un niño es la única técnica conductista que existe y es falso. Técnicas conductuales hay muchas, por ejemplo, dando un refuerzo positivo al niño si permanece más tiempo en su cama; que los padres le hagan compañía durante un cierto tiempo, etc. Es decir, la existencia de técnicas conductuales es evidente y no tienen por qué hacer llorar al niño.
“Estivill no tiene la solución para los verdaderos problemas de sueño”
Yo creo que él sabe mucho de sueño (y evidentemente tendrá soluciones para los verdaderos problemas) . Es el “Método Estivill” y no el Dr. Estivill el que no trata los verdaderos problemas de sueño. Pues como este ejemplo, la mayoría.

¿Qué puedo hacer si mi hijo tiene pesadillas? ¿Es lo mismo una pesadilla que un “terror nocturno”?
En primer lugar, es importante saber diferenciar ambos conceptos; por un lado, las pesadillas son sueños de carácter negativo producidos en la fase REM que finalizan al despertar. Normalmente soñamos varias veces, pero no solemos acordarnos. Por otro lado, el terror nocturno se produce en la fase profunda del sueño y la persona no se entera. Durante la noche se producen pequeños despertares (son esos momentos en que nos damos la vuelta en la cama o nos acomodamos el edredón) en el caso del terror, tu mente no se despierta, pero tu cuerpo sí. Dependiendo del efecto o manifestación que tenga sobre nuestro cuerpo, lo denominamos de una manera u otra, por ejemplo:
• Si me levanto de la cama, se considera sonambulismo, es decir, la persona está profundamente dormida, pero su cuerpo no.
• Es muy común que, durante este profundo sueño, pueda presentar características de agitación reflejadas en gritos, forcejeos, los ojos muy abiertos… A este caso, se le llama “terror”, pero ese niño está profundamente dormido y no está sufriendo. Hay que tener en cuenta que, en un terror, el niño no sufre, sin embargo, en una pesadilla sí.
Cuando nos enfrentamos a un caso de terror, es normal presentar incertidumbre y miedo a lo desconocido. Es algo que asusta cuando se presenta por primera vez. Lo primero será llevar a cabo una prevención; se supone que estos casos están muy ligados al cansancio físico y emocional, es decir, un niño puede presentar un terror nocturno, de manera puntual, tras una gran actividad física con su consecuente desgaste, así como consecuencia emocional – pérdida de algo valioso para él-. Por lo tanto, una prevención adecuada será reducir esas horas de actividad y de esta forma limitaremos su cansancio y dosificaremos la energía.
Lo primordial durante el terror nocturno es vigilar que el niño no se lesione, ya que durante su transcurso no suele permitir el contacto. De la misma manera, es fundamental no llevarle la contraria porque se agobian más. Como están profundamente dormidos, es difícil despertarles en esos momentos, así que lo mejor es esperar hasta que se les pase.

¿Estos terrores nocturnos duran de por vida?
No. A no ser que en la familia haya antecedentes, es algo pasajero. Hasta un 25% -30% de los niños entre 0 y 5 años ha experimentado al menos un terror nocturno. Puede ser un hecho puntual o más continuado, pero
es muy rara su aparición una vez superados los 5 años. Estas alteraciones se pueden dar en la población adulta, pero es un porcentaje muy bajo.

Y para finalizar, hay muchos mitos en cuanto al sueño de nuestros bebés y la influencia de la lactancia ¿es cierto que la lactancia artificial favorece a la calidad del sueño de nuestros hijos?
No. Es verdad que a veces puede coincidir, pero es incorrecto pensar que la lactancia artificial es la “causante” de que los niños duerman mejor.
¿Por qué digo que no? De todos mis pacientes, el porcentaje de madres lactantes es muy bajo. Los millones de libros que se venden a lo largo del año sobre el sueño, no solo lo compran madres lactantes, los compran todos los padres. El 90% de mis pacientes son niños de biberón, no porque el biberón les despierte más, sino porque es un hecho real que se refleja continuamente en los estudios de estadísticas de biberón. Si este mito fuera real, solo venderíamos libros o tendríamos consultas con madres de pecho y no es así.
Desvelado este mito, nos despedimos agradeciendo infinitamente la hospitalidad y amabilidad con la que Rosa Jové nos recibió en su residencia de Lérida, un verdadero ejemplo de conciliación de la vida familiar y laboral, manteniendo ambos lugares en una misma casa.

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