¿Qué es el Trastorno de la Personalidad Límite?

Hablar de una personalidad límite supone hablar de una alteración grave de la capacidad de autorregulación emocional. De esta forma hacemos referencia a la forma en que las personas somos capaces, por ejemplo, de enfadarnos o dolernos por algo y regresar al estado de calma sin más ayuda que nosotros mismos. Durante la etapa infantil es esperable que no seamos capaces de lograr este regreso al equilibrio emocional sin ayuda. En la niñez, para lograr esto, necesitamos de una figura referente, un adulto con el que establecemos una relación especial de seguridad y confort. Desde la tranquilidad que nos da esta relación somos capaces de explorar el mundo y relacionarnos con otros niños. Si durante esta actividad de descubrir nos sintiésemos inseguros, acudiendo a nuestra figura de apego (figura referente) volveríamos a encontrarnos cómodos y tranquilos. Nos sentiríamos seguros de nuevo y listos para volver a explorar nuestro pequeño universo. 

Las personas que padecen un TPL no desarrollan esta capacidad autorreguladora del estado de ánimo. Estas personas no han podido establecer un estilo de apego seguro que les permita calmarse y obtener una sensación de seguridad en el momento en que entran en contacto con su figura de apego. El fracaso en este proceso del vínculo de apego se explica debido a la crianza en un ambiente muy poco nutritivo desde el punto de vista emocional. 

  • Niños que crecen con la sensación de que no solo no son importantes para sus padres, sino que, además, se sienten una molestia: Esta sensación de rechazo será muy relevante para la evolución a un TPL. Los niños que no son rechazados por sus padres, aunque sí poco valorados, tienden al desarrollo de cuadros depresivos.
  • Niños criados en contextos familiares donde existe un conflicto grave de pareja: Ellos son el tercero en discordia. Aunque en principio los padres se ocupan de ellos, en la práctica no son atendidos (pues el conflicto entre dichos progenitores impide que ellos sean la prioridad de ambos). Si alguno de los cuidadores muestra interés por ellos, es sin duda con la certera intención de que esto perjudique al otro padre.

De igual forma, las personas diagnosticadas de TPL tienen muchas carencias en la capacidad de mentalizar. Estas personas, y otras muchas que no responden a esta etiqueta diagnóstica, presentan dificultades a la hora de tomar en consideración que la forma en que ellos piensan sobre alguna cuestión no va a ser compartida por los demás. Cada uno de nosotros tenemos una forma muy personal de pensar, sentir o de contarnos lo que vivimos y, aunque los otros puedan entenderlo, en ningún caso van a compartirlo en su totalidad. En este sentido, las personas diagnosticadas de TPL se duelen de una forma intensísima cuando sus emociones no son entendidas por los otros, aun cuando ellos no hayan comunicado nada al respecto.

El TPL es una patología grave descrita según una serie de comportamientos o actitudes. Los siguientes son algunos de los más relevantes:

  1. Esfuerzos intensos para evitar el abandono real o imaginado. 
  2. Patrón relacional inestable. Alternancia entre idealización y devaluación. 
  3. Alteración de la identidad, especial atención a la autoimagen.
  4. Comportamiento impulsivo que da lugar a consumo de drogas, promiscuidad sexual, entre otros.
  5. Amenazas recurrentes de suicidio o comportamientos autolesivos. 
  6. Inestabilidad afectiva intensa.
  7. Sensación crónica de vacío.

A modo de conclusión, el TPL es una patología muy grave que tiene su razón de ser en la repetición constante de patrones de relación disfuncionales con las figuras de apego. Es necesario que el no cuidado emocional y/o el rechazo percibido sea constante durante la crianza. 

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