Nuestro divorcio, nuestras decisiones

Beatriz Saguar González
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La mediación familiar ofrece a las parejas la posibilidad de tomar sus propias decisiones respecto a la organización con sus hijos e hijas tras la separación

 

Celia y Julio llevan casados más de 14 años. Tienen tres hijas de 10, 7 y 5 años. Hace poco más de 4 meses tomaron la decisión de poner fin a su relación de pareja. Durante los meses del confinamiento, sus dificultades de pareja se hicieron más evidentes y no encontraron los recursos necesarios para abordarlas satisfactoriamente. Antes del verano llegaron a la conclusión de que la mejor opción era divorciarse.  Les costó mucho ponerle nombre a lo que iban a hacer. Se iban a divorciar.

Tomar la decisión no había sido nada fácil. Una avalancha de emociones inundaban a Celia y a Julio. Miedo, tristeza, inquietud, alivio, vergüenza y dudas, decenas de preguntas a las que no sabían responder. Y sus tres hijas en el foco de todas sus miradas y sus miedos. En la relación de Julio y Celia había muchas diferencias, pero, afortunadamente, tenían un objetivo común en el que estaba de acuerdo: el bienestar emocional de sus tres hijas.

 

Para tratar de aclarar algunas de sus dudas, Julio y Celia consultaron a varios abogados de familia. En sus despachos obtuvieron muchas respuestas, pero no todas les sirvieron para calmar sus miedos. La terminología jurídica les hacía sentir lejos de las necesidades de sus hijas. Pensar que un juez o jueza pudiera tomar decisiones que afectan a la vida de las niñas, les hacía sentir que algo podía no salir como ellos querían.

Celia y Julio no sabían que la vía judicial no es la única para resolver su divorcio. No sabían que muchas de las decisiones que debían tomar respecto a la vida de sus hijas, las podían tomar ellos mismos.

 

Desgraciadamente, la situación de Julio y Celia no es excepcional. De las 90.000 parejas que cada año inician un procedimiento de separación o divorcio en España, sólo un porcentaje mínimo recurre a la mediación familiar para formalizar su ruptura.

 

La mediación familiar, a pesar de contar con un largo recorrido en nuestro país es todavía una herramienta desconocida.  Sin embargo, los beneficios que ofrece a las familias en momentos de crisis importantes como una ruptura, son numerosos.

A través de un proceso de mediación, las partes pueden afrontar la toma de decisiones importantes desde un rol proactivo. ¿Cuánto tiempo van a estar mis hijas con cada uno? ¿Quién se queda con la vivienda familiar? ¿Cómo pagamos el colegio? Éstas son sólo algunas de las cuestiones que pueden decidirse en el espacio de mediación con el acompañamiento y la orientación de una tercera persona, experta en la materia: el mediador o mediadora.  Su labor es ofrecer y facilitar un espacio en el que los progenitores puedan comunicarse, escucharse, negociar y tomar decisiones sobre su organización familiar tras la separación, sobre todo, cuando aparecen los desacuerdos. El mediador no necesariamente hace propuestas, facilita que sean las partes las que decidan, pues son ellos quienes mejor conocen las necesidades de sus hijos/as.  Y aunque en ocasiones sus propuestas puedan mostrarse como contrarias o incompatibles, el mediador puede ayudarles en el proceso de negociación y búsqueda de alternativas satisfactorias para toda la familia.

 

Nuestra legislación, permite a las parejas en proceso de divorcio (o separación) decidir respecto a temas como guarda y custodia o pensión de alimentos.  El mediador o mediadora acompaña y facilita este proceso hasta que los progenitores alcanzan sus acuerdos.  Acuerdos basados en sus propias necesidades familiares que quedarán recogidos por el mediador en un documento llamado Acuerdo de Mediación.

Celia y Julio firmaron su acuerdo hace pocas semanas. Dos meses y seis sesiones de mediación fueron suficientes para formalizar sus decisiones. Decisiones que respetaban las necesidades de sus tres hijas y les daban tranquilidad. Cuando Julio y Celia leyeron el acuerdo que la mediadora había redactado, sintieron un profundo alivio.

 

La mediación familiar, ofrece a familias como la de Celia y Julio, una oportunidad de construir una relación parental basada en el respeto y orientada a priorizar el bienestar de los hijos e hijas por encima de cualquier diferencia.

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