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Porque el cociente emocional es más importante que el cociente intelectual
El término Inteligencia Emocional ha sido definido por Daniel Goleman como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, así como los ajenos, de motivarnos y de saber manejar las emociones”.
La educación emocional sigue siendo la asignatura pendiente, en los colegios, y el pilar de la comunicación en casa, pero seguimos sin darle la importancia que merece. Desde casa podemos hacer pequeños juegos para estimular las habilidades emocionales de nuestros hijos:
- Autoconciencia.
– En familia, respirar profundamente 30 segundos y preguntarle al niño o niña: ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu cuerpo?
– Hacer un dibujo de cómo estoy, cómo me siento, o representarlo con arcilla o plastilina. Luego podéis hablar sobre ello.
- Expresión emocional.
– Con caritas de emociones o un cuento de emociones (por ejemplo los “Plantánimals”) señalar que emoción representa, cómo me siento hoy y explicarlo con ejemplos.
– Elegir una emoción y explicar un ejemplo de algo que me haya pasado hoy que me haya hecho sentirme así.
Es importante acompañar emocionalmente al menor cuando está compartiendo sus experiencias emocionales, es importante que se sienta contenido, validado y acompañado. No hacerlo puede llevar a que en otras ocasiones no cuente cosas más importantes que le puedan pasar.
- Empatía.
– Buscar caras de emociones y preguntarle al niño o niña qué es lo que cree que le pasa, que inventen lo que creen que le ha podido pasar a esa cara para estar así.
– Cada vez uno expresa con su cara una emoción y el niño o niña debe adivinar qué emoción “estoy sintiendo”.
- Habilidades sociales.
– Hacer un role-playing, situaciones sociales temidas para el niño o niña, y acompañarle para que adquiera las herramientas para lograrlo en la vida real.
– Recordar situaciones sociales con sus iguales en las que no se hayan sentido cómodos y hacer un teatro en una sala para volver a reproducirlas, pero cambiando los personajes, de tal modo que nos vean a nosotros reaccionar de una manera más asertiva y, luego, cambiar los roles para ver si lo pueden reproducir a su manera.
- Ilusión.
– Elegir una extraescolar o actividad fuera del contexto educativo de aquello que más le gusta. Depende de la edad evolutiva del menor, pero conviene darle a elegir entre 2-3 opciones. No saturarles con alternativas o dejarles en el vacío de que tenga que elegir sin conocer bien las alternativas.
– El día de su cumple o día especial que pueda elegir qué comer o qué ponerse de ropa. También conviene dar las alternativas reducidas y concretas.
- Autorregulación
– Representar un teatro con muñecos o títeres en una situación de descontrol de emociones y buscar soluciones para autocontrolarse, a pesar de la intensidad de su emoción, con ejemplos de cómo lo logra. Por ejemplo: respirando, pidiendo ayuda a un adulto, contando de 0 a 100 al revés, expresando lo que le ocurre.
– Nosotros empezamos la historia y, en el momento de más expectación, el niño continúa y vemos cómo termina la historia o la reconduce. Si no lograra calmar a los personajes debemos enseñarles un final más reparador y constructivo.
Pero recuerda, los niños y niñas no son adultos en miniatura, tienen sus propias características evolutivas. Necesitan de tu paciencia, tiempo y afecto para ir avanzando en sus diferentes etapas de crecimiento.