“El miedo no se reconoce porque se piensa que es de cobardes”

Por Irene Anton Coca, Departamento Comunicación.

 

Begoña Ibarrola, experta en inteligencia emocional, nos desvela sus aspectos principales y ofrece recomendaciones para trabajarla desde casa.

 

  • ¿Cuáles son los principales cambios que se han detectado en los más jóvenes tras sufrir una pandemia como la que han atravesado?

 

El impacto psicológico de la pandemia ha sido evidente y ha afectado a todos, niños, jóvenes y adultos. Han cambiado sus comportamientos, pensamientos y emociones y esto es natural, porque los seres humanos asimilamos y nos adaptamos a las experiencias a través de estos cambios. Algunas respuestas debidas al malestar emocional como baja motivación, pesimismo, miedo, frustración, preocupación, irritabilidad, pensamientos negativos, etc… son desajustes temporales normales. El problema surge cuando esas respuestas disfuncionales o desadaptativas persisten o se cronifican y aparecen estrés, ansiedad, depresión, conductas adictivas, trastornos alimentarios y de sueño, suicidio, etc. 

El impacto en la salud mental de los jóvenes es evidente, así lo confirman todos los psicólogos desde hace más de un año y pienso que aún es pronto para valorarlo, pues algunos acontecimientos traumáticos empiezan a salir a la superficie pasado un tiempo. 

Todo ello nos lleva a comprender con claridad que nuestros jóvenes no han desarrollado las habilidades emocionales necesarias para hacer frente a las dificultades de la vida, como, por ejemplo, la gestión emocional y la resiliencia y urge hacerlo desde la familia y la escuela.

 

  • Como experta en educación emocional, ¿nos podrías explicar cuáles son las principales competencias de la inteligencia emocional?

 

Al hablar de inteligencia emocional tenemos que explicar que existen dos grandes modelos teóricos : el modelo de habilidad y los modelos mixtos. El modelo de habilidad de Caruso, Mayer, J. & Salovey, P,  se centra de forma exclusiva en el procesamiento emocional de la información y en el estudio de las capacidades relacionadas con dicho procesamiento. En cambio, los modelos mixtos combinan habilidades emocionales con dimensiones de personalidad, tal sería el caso de Góleman o Bisquerra.

Estos enfoques diferentes dan lugar a diferentes modelos de competencias emocionales. Por ejemplo, Mayer y Salovey, contemplan como principales, la capacidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud; la capacidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la capacidad para comprender emociones, tanto propias como de los demás, y la capacidad para regular las emociones.  Goleman  se centra en el autoconocimiento y la conciencia emocional; el autocontrol y regulación emocional; la automotivación, la empatía y la gestión de las relaciones. Rafael Bisquerra  propone el  desarrollo de la conciencia emocional, autonomía emocional, regulación emocional, competencia social y competencias de vida y bienestar. 

 

  • Actualmente has publicado un cuento junto a la Editorial Sentir titulado “Comprende a miedo”. Una emoción que socialmente no está bien comprendida y se ve como algo negativo, pero que es tan necesaria como muchas otras, ¿por qué crees que se reprime tanto esta emoción de cara a los/as más pequeños incluso llegando a tener miedo a reconocerla? ¿Cómo podemos ayudar a gestionar el miedo en la infancia? ¿Consideras que los cuentos son una vía fundamental para ayudarnos a educar a los más pequeños/as?

 

El miedo es una de las menos valoradas y sin embargo garantiza nuestra supervivencia, ni más ni menos. Esta emoción se reprime y no se reconoce porque se piensa que es propia de cobardes. Esto es un grave error. El miedo nos ayuda a ser prudentes, precavidos, a reaccionar ante peligros, de modo que no es una emoción negativa. Para ayudar a los más pequeños a enfrentarse a sus miedos es preciso escucharlos con respeto, y preguntarles la causa de su miedo para que no se sientan juzgados, con una actitud empática hacia ellos que les haga sentirse comprendidos. También podemos estar cerca cuando se van a enfrentar a uno de ellos, pero sin forzarle a exponerse, solo cuando estén preparados y lo pidan. Corresponde a los adultos respetar, comprender y aportar seguridad al pequeño cuando siente miedo. 

Los cuentos infantiles satisfacen y enriquecen la vida interna de los niños. Esto es debido a que los cuentos se desarrollan en el mismo plano en el que se encuentra el niño, en cuanto a aspectos psicológicos y emocionales se refiere. Al identificarse con los diferentes personajes de los cuentos, los niños empiezan a experimentar por ellos mismos sentimientos de miedo, tristeza, celos, amor, valentía, etc. pero desde una distancia de seguridad que le permite no perderse ni ser “devorado” por las emociones de los personajes. Los cuentos son herramientas fabulosas y cercanas de educación emocional. Son recursos accesibles para educar y también ayudan en el proceso terapéutico, donde puedo dar testimonio de su importancia ya que fue en mi trabajo como terapeuta donde empecé a escribir cuentos para mis pacientes, que más tarde serían publicados.

 

  • ¿Qué aspectos consideras que siguen fallando en los sistemas educativos en cuanto a inteligencia emocional se refiere?

 

Las emociones son una parte esencial de la experiencia humana y antes que seres pensantes, somos seres sensibles. Sin embargo, las emociones han sido temidas y despreciadas en la cultura humana, que ha procurado tenerlas bajo control, a veces negándolas e incluso dándoles la espalda con el pretexto de que somos seres racionales.

Esto ha favorecido su represión y no darles el espacio y la importancia que merecen en el proceso educativo. Como consecuencia de ello, la dimensión emocional ha sido alejada tanto en la cultura como en los procesos de formación, pero desde hace ya unos años, se está comenzando a incorporar al mundo de la escuela, afortunadamente. Lo que sucede es que debería formarse a los futuros profesores para que puedan desarrollar las competencias emocionales de su alumnado, y aún no se hace en todas las universidades.

Falla por tanto la valoración de la dimensión emocional, el conocimientos de las emociones y su impacto en la salud, el aprendizaje y la conducta, a pesar de toda la investigación de la neurociencia, y por otro lado el énfasis que aún se da al desarrollo de la dimensión cognitiva. 

 

  1. ¿Qué consejos le darías a los padres y madres que nos están leyendo sobre cómo educar emocionalmente a sus hijos/as desde casa?

 

En cuanto a consejos prácticos, en primer lugar, legitimar todas las emociones que sienten, acompañar a nuestros hijos en su alegría, consolarles cuando están tristes, entender sus enfados y aportarles herramientas para entrar en calma, comprender sus miedos y protegerles, a la vez que los animamos a enfrentarse a ellos. Nunca debemos ridiculizar ni reprimir sus emociones.   Les tenemos que enseñar a entrar en calma y a manejar la frustración, un aspecto muy importante para su bienestar y que cada vez está menos presente en los niños,  porque se la van a encontrar en su día a día y no la podemos evitar. Y, por último, aprender a pensar en positivo, ser empáticos  y desarrollar sus fortalezas para que sean resilientes. Educamos desde el ejemplo, por eso los adultos somos responsables de desarrollar en nosotros estas habilidades emocionales.

 

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